A los 3 meses de nacer, el terapeuta de Luca me dijo que lo dejara llorar.
Que Luca tenía que contarme lo que sentía. Tenía que contarme lo que le había pasado. Tenía que compartir conmigo sus emociones. Y para eso tenía que dejarlo llorar.
«Cuando empiece a llorar, descarta que sea hambre, sueño o dolor. Y si no es ninguna de esas 3 cosas, son emociones que necesita compartir contigo. Lo abrazas y le acompañas. Que no llore solo. Que llore contigo. No le pongas el chupete porque se lo cortarás. No le digas que no llore porque no lo sacará y lo tendrá dentro durante muchos años. Acompáñalo. Abrázalo. Susúrrale que estás ahí y que puede contártelo. Lo hará 3 veces. 3 días seguidos con un día entre cada día. Después ya lo habrá exteriorizado»
No, nuestro terapeuta no es brujo ni es de lo que no saben lo que dicen.
Es experto en bebés con estrés post traumático entre otras cosas. Y el presidente de ASMI (Asociación de Salud Mental Infantil).
¿Ocurrió? Tal cuál me explicó que ocurriría.
Y de todo eso me quedó la esencia. Dejarlo llorar siempre que lo necesitara. Fuera por la razón que fuera.
Y jamás le he cortado el lloro.
Siempre que ha empezado a llorar le he preguntado: «¿necesitas llorar? Si necesitas llorar, llora»
Frase que hemos ido modificando según la etapa y el momento de Luca.
¿Necesitas llorar un poquito más?
Sí, mamá.
Llora, cariño. Llóralo todo.
Ahora que ya habla si después le apetece le ayudo a verbalizar lo que ha pasado.
Menos hoy. Ha estado enfermo. Está blando. Está débil. Y hoy no hemos parado de hacer cosas. Además, tenía hambre y sueño. Ha estado un rato gruñendo, gritando y enfadándose.
Mientras calentaba la cena seguí llorando en el sofá.
«Ya, Luca. Por favor, ya. Para de llorar que no puedo más»
Lloros y más lloros.
«Luca, por favor. ¡Ya! ¡Para ya!»
«¡Que no, mamá! ¡Que necesito llorar un poco más!»
Claro. Claro. Claro.
«Perdona, cariño. Llóralo todo. ¿Te abrazo en el sofá?
Sí.»
Hay veces que se nos olvida. Pero si está ahí, ellos nos lo recordarán.
❤️✋🏽
