Mamá Vero cansada + Luca nervioso = conflicto asegurado (no son exactamente estos dos adjetivos, pero nos pueden valer hoy).
Porque sí. Luca y yo vivimos muchos conflictos. Muchas veces. Con la mayoría salimos airosos. Venciendo. Con otros nos cuesta volver a conectar.
Hace poco unas mamis que siguen el blog me preguntaron si siempre reacciono tranquila/amorosa/paciente ante una trastada de Luca. Normalmente sí. Antes sus trastadas sí. Y en casa más. Cuando estamos en otra casa con otra gente, mis reacciones siempre son otras. Algo que me tengo que revisar con urgencia.
Cada una tenemos ese AY que nuestros hijos nos ponen encima de la mesa constantemente, para que nos lo trabajemos, para que lo sanemos. El mío, en esta etapa de su vida y la mía, es el nervio de Luca. Sus gritos. Su fuerza física a veces desmesurada. Su NO rebelde acompañado del NO físico que consigue al final contracturar alguna parte de mi cuerpo. Su lanzarme algún objeto. Incluso su golpe inesperado e inintencionado durante el juego. Eso es lo que me saca de mi centro. De repente. Sin esperar mi reacción. De la nada al todo en un segundo.
Eso es lo que yo no controlo. Y tengo que trabajarme cuanto antes. Y sanarlo cuanto antes.
Desde hace unos pocos meses me di cuenta que más que eso de crianza respetuosa en mi resuena mucho lo de maternidad consciente. La crianza respetuosa a veces me exige tanto que aparecen en mi la culpa y un sentimiento de no ser capaz.
Y comenzó hace mucho. Hace muchos muchos años. Cuando empecé a pensar en la posibilidad de ser madre. Ahí empezó mi consciencia, mi consecuencia y mi responsabilidad.
Sobre niños de todas las edades he leído mucho. He asistido a congresos. A charlas. a diferentes tipos de formación. Por mi trabajo. Y por mi interés personal. Ahí, la maternidad consciente ya estaba haciendo su trabajo.
Y cuando me quedé embarazada esa curiosidad mía por saber de qué se habla sobre cualquier tema se disparó. Para tomar las decisiones que más coherencia tuvieran para mi cuando Luca naciera. Para hacerme un trabajo introspectivo brutal para ser consciente del camino que quería ir tomando en cada fase.
Maternidad consciente en pleno apogeo hormonal y emocional.
Y no es que una siendo consciente no se equivoque. No es que se críe ante el perfecto amparo de una metodología u otra.
Es intentar ir aprendiendo a medida que los puntos de inflexión aparecen. Es reflexionar y mirar mucho a lo que sientes, a lo que piensas, a lo que crees, a lo que quieres. Y a lo que no. También a todo lo que no está en algunos momentos dentro de ti.
Es conocer tu falta de herramientas o el exceso de ellas.
Es identificar bien lo que te desestabiliza, lo que te crea inseguridad. Lo que te vuelve vulnerable y débil. E intentar convivir con ello. Y poco a poco sanarlo.
La maternidad consciente es buscar ayuda cuando esas herramientas no están en el cajón.
La maternidad consciente es intentar suavizar la exigencia y el excesivo sentido de la responsabilidad con el que, a veces, vives.
La maternidad consciente es coger la culpa cuando aparece y echarla al fuego de la chimenea. Para que te caliente la casa en lugar de enfriarte por dentro.
La maternidad consciente es hablar con Luca cuando la tensión ya es latente y pedirle un momento de espacio entre los dos.
Pero no te lo da. Porque él no entiende de teorías. Y la tensión se duplica por segundos. No hay punto de encuentro ni lo va a haber en un rato.
Mi psicólogo dice que lo que, principalmente, preocupa a los terapeutas de las madres solteras es el exceso de carga. Es justamente que cuando aparece esta tensión nadie nos salva. Sí. A mi a veces también me preocupa.
Y cuando ya nos hemos gritado los dos. Y cuando ya nos hemos mirado feo. Y cuando ya nos hemos distanciado tanto que es imposible conectar. Es entonces cuando me viene toda esa consciencia de golpe. Y me pone los pies y la cabeza en la tierra. Y le pido un abrazo y permiso para darle otro. Y nos lo damos.
Y lo hablamos.
Luca, nos tenemos que cuidar. Yo a ti. Y tú a mi. Me duele mucho el brazo y el hombro. Y si me das esos tirones no voy a poder cogerte más.
¿No?
No. Y no me gustan los gritos, Luca. Me sientan muy mal. Y me gritas. Y te grito. Y no me escuchas cuando más lo necesito. Necesito que me ayudes cuando te pido ayuda, porque yo no sé ayudarnos sin ti. Voy a aprender. Pero todavía no sé. ¿Me vas a ayudar por favor?
Sí, mamá. Te ayudo.
Gracias, mi amor.
Thank you, mamá.
Y Luca me coge del cuello y me besa el hombro y el brazo.
¿Mejor, mamá?
Mejor. Mucho mejor. Muchas gracias, michico. ¿A ti te duele algo?
Sí, el dedo.
Le beso el dedo.
¿Mejor?
Sí, mejor. Thank you.
Nos tenemos que cuidar, Luca. Yo a ti y tú a mi.

Pues yo creo que vamos bien! 🙂
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Yo creo que vamos muy bien😉
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