No, no te manipula.

Cuando ocurre el desencuentro. Donde había paz y ahora guerra. Discutís. Y llora. Grita. Se enfada. Está triste. Desconectado. Algo le llama la atención y para de llorar. Parece que se ha pasado. Y la que pasas por su lado eres tú. Te ve. Te mira. Llora otra vez. Sigues haciendo cosas. Vuelve a distraerse. Los dibujos lo sacan del conflicto. Te oye por ahí haciendo cosas. Vuelve a llorar. Fuerte. Para que lo escuches.

Y no. No te manipula.

Papá y mamá discuten fuerte. O mamá y mamá. O papá y papá.

Y esta vez el lloro desgarra. Y su tristeza se apodera de ti. Se ha perdido de repente entre tanto ruido y no sabe hacia donde tirar. Y muestra su ira contigo. Y llora. Y se enfada. Se le pasa. Pero luego vuelve. Y te grita su rabia.

Y no. No te manipula.

Es tan brutal su desconexión que solo necesita un abrazo en silencio en el sofá. O una peli. O un juego de pistas.

Cuando un niño siente esa desconexión no consigue encontrar el amor. Por momentos deja de quererse a si mismo, deja de quererte a ti porque lo único que siente es que tú ya no le quieres. Esa desconexión es solo falta de amor. Ha perdido el norte por el ruido y el caos de fuera.

Y no. No te manipula.

Se siente perdido. Tan perdido que solo ese juego o ese abrazo le hace sentir la conexión de nuevo. Poco a poco. Despacio. Sin prisas. Esa conexión vuelve. Solo necesita que le ayudemos, que le demos la mano. Eso es la educación emocional. No es más. Es acompañarles cuando se pierden.

Es la reciprocidad la que les ayuda a sentir el amor que se había ido. Y es esa reciprocidad la que nos ayuda también a nosotros.

¿No es maravilloso que nos retroalimentemos en ese momento en el que ni nosotros mismos sentimos el amor?

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s