Cuando intentas que el proceso sea respetuoso, te planta cara muchísimas veces la duda.
¿Dónde están realmente los límites?
Estuvieron claros durante mucho tiempo. Durante todo este tiempo.
Los límites eran su seguridad. Y también mi propio interés siempre basado en el sentido común, en mi intuición, en mi instinto más puro.
¿Y ahora?
La seguridad siempre deberá primar.
Pero, ¿y lo demás?
Aquí empieza mi batalla con lo que quiero romper.
Cuando permites que, sobre todo, asome su propia naturaleza..eso es lo que termina sucediendo: asoma su propia naturaleza. Con interferencias, pero las mínimas. Con influencias, pero menos de lo que se espera.
Su naturaleza es la que le planta cara a esas dudas, a esos ¿y si…?. Le planta cara a mi mochila, a la corriente principal, a esa educación que intento combatir.
Su naturaleza toma fuerza con solo 25 meses y sienta frente a mi, me mira atentamente a los ojos y se reafirma.
Su naturaleza se da permiso para emerger con seguridad. Y me agradece la confianza y la libertad.
La duda es la que me hace seguir aprendiendo. La duda me permite observarle a él y verme a mi.
La duda es la que me planta cara para que lo vea a él. A él tal cuál es y no como queremos que sea.
El límite lo seguiré pensando.
Y si existe, aparecerá. Seguro que aparecerá.
