Con no sé exactamente qué.
Pero me conectas.
Tu risa tonta buscando mi complicidad.
Tu mirada achinada buscando la mía.
Tu «mamáááá» cuando no la encuentra.
Y la encuentra. Y otra vez tu risa tonta.
Tu grito de hambre. Y comiendo, tu grito de sueño. Y me abrazas. Y tu risa.
Es como que todo se repite. Y me gusta.
No me aburre tu monotonía. Nuestra rutina me apacigua.
Me siento revuelta.
Me pesas.
Y, de repente, me conectas.
Con no sé qué.
Pero me conectas.
