La vida cansa, Luca.
El día a día. Los horarios. La intensidad de las emociones. Tu percepción del mundo que te rodea.
Cansa y hay días que aprietan, y hasta te duele el pecho. Y la cabeza da vueltas sin parar.
Tú descansa, Luca. Cuando estos días te cansen, descansa. Nunca renuncies a nada. Ni huyas. Ni te escondas. Que no te dé miedo sentir. Que no te asuste dar la cara y compartir lo que sientes. Descansa cuando la vida te parezca demasiado. Y cuando los días absorban tu energía. Y cuando seas tan generoso que casi no te quede para ti. Descansa. Pero no renuncies a ofrecer lo que tienes, a dar un abrazo y a decir aún con la boca pequeña cuánto le echas de menos. Descansa, Luca. Tanto cuanto necesites. Sin pedirte permiso. Sin sentir culpa. Sin pensar ni un segundo que no lo mereces. Descansa y continúa.
Y cuando duela tanto que te dé pinchazos el alma encuentra tus lugares mágicos donde poder recogerte un rato.
En una ducha caliente, en un sueño profundo, o en un abrazo en silencio.
Hoy, mi lugar mágico has sido tú. Gracias.
